jueves, 1 de junio de 2023

Sobre superar y extrañar

 Muchos pensarán que es absurdo, irrisorio—completamente innecesario: "Deja de pensar en ello, nada más te haces más daño". Pero a su vez veo tantos mensajes de remembranza de muchísimas personas extrayendo de lo más profundo de su alma palabras reales, y a su vez dolorosas. Tal vez pueda decirse que lo "real", en este contexto, es descarnar nuestra alma de estas palabras que se mantenían ocultas, como costras que puede que vuelvan a sangrar, o no— reales porque nos duelen, y nos adentramos a los resquicios más íntimos de nuestro Ser. Pero también veo que suelen ser muy superficiales como: "Te extraño tanto—ojalá veas este mensaje." o "Tan sólo quiero que seas feliz" o "Querido [nombre del ex], ..." Todos quieren decir tanto, pero parece ser un tabú social que se limitan. Yo sé que, a veces, transgrediendo ciertas reglas es que uno verdaderamente se conoce—¡me llega a ser imperativo! No me puedo contener, y este lugar me permite liberarme de todo bagaje del que crea necesario deshacerme. Por ello las siguientes palabras, sin censura más que la privada:

Esta semana recordé y extrañé. Tenía escrito previamente que no sabía por qué, pero creo que la razón fue la siguiente: Durante estos meses comenzaron a buscarme chicas a quienes conozco desde hace tiempo, casualmente, coincidentemente (tal vez porque comencé a compartirme un poco más en las redes sociales, aunque esto incluso antes de la ruptura ya que decidí actuar de manera distinta a como estaba acostumbrado (para dejarme ser de manera diferente ante todos)). Las considero amigas, nada más, pero comenzó a suscitarse cierta insistencia por salir, platicar por allí. Sin pensar algo más allá, salí, con el único objetivo de cotorrear sobre nuestras vidas. Platicamos de nuestros gustos actuales y, por sobre todo, preocupaciones románticas. Nos dejamos escuchar pacientemente, opinando cuando sólo se es requerido (o pedido). Por supuesto que yo también platiqué de mi situación. Esto pasó durante los primeros meses. A finales del mes pasado estas platicas comenzaron a extinguirse para dar paso a algo más amistoso, cotidiano. Probablemente lo que desencadenó mis recuerdos y, por sobre todo, frustración, fue que una de ellas me invitó a su fiesta de cumpleaños. Fui, con todo y regalo (le debía unos libros de los que quería deshacerme (prefiero regalarlos a venderlos o cambiarlos últimamente (¡ya tengo tantos!)). Durante el transcurso de la noche me la pasé bien, platicando con quien estuviera cerca. Como por la media noche decidí regresarme porque ya todos se juntaron en su respectiva bandita y yo tan sólo conocía a la cumpleañera, esta que, obviamente, iría a estar indisponible fácilmente.

Tras ello me sentí un poco desesperanzado. Obviamente tiene relación con mi relación pasada. No sentí ni siento una conexión significativa con nadie ahora mismo, románticamente. Me decía a menudo que "ojalá mi primer relación de verdad fuera la última" porque no concebía cómo es que un par de personas se permitirían completa apertura y vulnerabilidad para después concluirla, particularmente como fue la mía. Además de que a mí siempre me ha costado muchísimo trabajo "experimentar" o "ligar" porque no me gusta saltarme la etapa de conocerse "como amigos", por genuinos azares, que así como la infancia, creo, consolida la base de donde uno partiría el resto de su Ser de manera más real. En esta línea, creo que vivir ciertas confrontaciones desde la amistad demuestra quién es uno, y los conflictos que se suscitasen, se mantendrían bajo el velo del amor (porque "te conozco" ), mientras que hacerlo durante un ligue se vive más desde una perspectiva "romántica", con el objetivo de "andar", por lo que, obviamente, todo será miel sobre hojuelas porque ambos saben perfectamente lo que buscan y quieren, y tras múltiples pruebas, puede que esta sí sea la persona indicada, y los conflictos puede que sean más complicados de solucionar por no "conocer" realmente a la persona. Pero ahorita retomo este tema.

¿Por qué me sentí "desesperanzado"? Porque todos anhelamos ser queridos. Sí, todos. Tras la ruptura esta soledad nubló gran parte de mi alegría natural. Por fortuna he sabido confrontarla sin dejar que me abrume a niveles extremos (como "volver a buscar" o deprimirse como tal). Me pidieron, un tanto desesperadamente, que no lo hiciera y por supuesto que no lo hice ni haré, pero no puedo aceptar la orden de "no pensar" sobre ello, y por ello escribo—es reflexión, es libertad.

A todos nos pasa, aunque es la primera vez que me sucede: El anhelo de ser querido (tras serlo).

Esa es la razón por la que nos gusta tanto saber sobre la otra persona tras una ruptura—resulta un poco adictivo, porque esa persona fue lo más cercano a sentirnos así de especiales— "sí me quiere, no me quiere, sí me quiere, no me quiere", hasta acabarse todos los pétalos. Si tan sólo uno leyera algo como "pese a todo, espero que estés bien" nacido desde el corazón, creo que sí calmaría las aguas. Es difícil que eso pase porque uno suele separarse desde la frustración y el enojo—la manera en la que concluyó mi relación fue abismalmente negativa y confusa, pero uno, ilusamente mantiene la esperanza (irrisorio). Además, ¿por qué ella activamente escribía cosas (lo que vendría siendo el análogo de redes sociales), que si bien, quiero asumir, no iban dirigidas a mí, tenían un tinte aguerrido contra mí (como compararme tal cual con otra persona)? Lo admito, como ella lo hizo (hasta se sabía quién me seguía en Twitter), como lo hacemos todos, leo, aunque eventualmente se apaciguan las ganas. Y lo que leí me pareció muy bizzaro, que, si yo fuera el ligue, me daría un poco de incomodidad. Creo que todo esto deviene de la urgencia, pero sobre todo 

inmadurez:

Durante estos meses sufrí tanto, pero en algunos atisbos de conciencia, me di cuenta de algo importante: El amor se vive en el presente. Mucho me dejaba llevar por el pasado y el futuro, particularmente futuro. A veces sentía que todo lo que hacíamos debía encausarse hacia un propósito definido, en el después. Una de las frustraciones que más me pesaban era que, a pesar de que tuvieron que pasar 3 años (incluida la pandemia), en los últimos meses verdaderamente cambié, acoplé todo lo que viví y me aprendí en una nueva forma de ser, donde me siento realmente libre , compasivo y vulnerable (hasta se me notaba en los ojos)—donde las confrontaciones negativas (como enojos innecesarios, malinterpretaciones, exageraciones, etc.) me son actos tan asquerosos ahora que ya no soy capaz ni de concebir su suceso y evito a toda costa su emergencia, y me remuerde la conciencia el haberlos provocado anteriormente, con ella y con muchas otras personas.

Debo admitir que me faltaba madurar.

Me pregunté hace unas semanas si ¿todo esto debía pasar para entenderlo? Creo que me hubiese sido más fácil lidiar con la ruptura si yo hubiese negado las espinas que tuve en su momento y, peor, si las hubiese barnizado con orgullo (es que fue tu culpa, no la mía). Y si bien ya no existen en mi, en mi tallo, su cicatriz perdura, tanto en mí como en las otras personas. Por eso mi gran frustración: Yo realmente no fui la persona que soy, pero sucumbí ante mis propias espinas, a lo que me sobraba—mis inseguridades y egolatrías. Me di cuenta con lo que pasó, y está de más pensarlo de otra manera. Pero también debo admitir que esto no sólo sucedió en mí, por lo que el constante achaque de culpar(me) y victimizar(te) me pareció innecesario, durante y después.

El amor genuino se da en el instante, en el momento—en la seguridad del presente, porque es lo único que existe. Creo que aún no "supero" porque recuerdo lo bueno, porque, pienso, que si yo logré cambiar de una manera extraordinaria, ella también podía, pero, como he mencionado, más que falta de amor, fue el nunca haber desenvuelto estos conflictos, por lo que mantuvimos el miedo y las barreras hasta el último momento, y eso fue responsabilidad de ambos.

Quiero querer y ser querido. Hay algo que comencé a preguntarme: ¿Es que debería también permitirme una búsqueda un tanto más "rápida" a través de Bumble y similar? La verdad es que no lo concibo porque lo haría por rellenar mi vacío que por genuinamente conocer a alguien. De hecho, creo que estas herramientas son exclusivamente para ello: Todos entran allí para satisfacer una necesidad egoísta, sexual o por soledad, y claro que una relación puede emerger de allí, pero nuclearmente yo no me siento agusto—aparentar "amor", mientras analizas al prospecto tras su espalda, hasta que se vuelva "real". Por eso defiendo tanto el azar, porque desde las raíces del tiempo mismo, del fractal que es el continuo movimiento, conocer a alguien en tu mismo espacio y tiempo, y que, también por azares, se complementen tan bien, me parece un milagro ataviado de amor. Puede que suene chistoso, puede que suene iluso, pero es lo que verdaderamente siento. Ya me dije que a los 33 me daré el chance de saltarme esa etapa.

Ella me llegó a responder que "puede hacer lo que sea porque estaba soltera" a mi pregunta sobre si había tenido relaciones sexuales durante nuestros desencuentros. Ahora yo sigo la misma lógica, al permitirme leer lo que es público, además que es legal hacerlo—digo, estoy soltero y no somos nad—"curiosidad". Ella lo hacía, en todas mis redes sociales, y escribía sobre ello, y me lastimaba. Yo lo analizo desde una perspectiva psicológica. ¿Es posible enamorarse de 2 personas en tan poco tiempo tras una ruptura? Es factible, pero el hecho de saltar casi tan instantáneamente hacia otros brazos tras haberse enamorado del primero se me hace completamente desesperado, y peor aún el hecho de anhelar reencontrarse con "todas las heridas sanadas" (aunque también se me hizo curioso que primero se echara la culpa (la regué) y después se la echara a él). Eso es algo que definitivamente debe mantenerse oculto con el nuevo. Puedo entender que a cierta edad lo que uno busca, tras consolidar su persona consigo mismo y con el mundo, es "querer y ser querido". Creo que es lo que también me está pasando ahora, que me siento completamente pleno con mi Ser y mejoro constantemente mi desenvoltura con el mundo, y pues lo único que me resta es compartirlo con alguien en mi misma sintonía, pero hacerlo con el genuino gusto de compartirse, y no por desesperación.

Ahora, ¿es verdaderamente posible enamorarse de alguien tan opuesto a uno? ¿Yo sería capaz de decir algo así? No, creo que no, porque creo que es un mito. Uno se enamora de iguales—no tiene que ser necesariamente a través de gustos superfluos (chica popera con chico rockero (aunque ambos entran en el género del pop))—basta con observar y caminar, juntos, en la misma dirección, desde su propio jardín, hasta crear uno mutuo. La gente se infatúa si ambos están en las mismas circunstancias  o necesidades sentimentales—por eso creo que es necesario darse un tiempo—"avanzar" para mí no es estar en una relación lo más pronto posible con alguien—creo que estas situaciones ameritan tiempo profundo de reflexión, o al menos es lo pienso. Yo me he enamorado de personas que son genuinas, porque también lo soy, o intento serlo. Yo me he enamorado de personas que sonríen ante toda situación, porque también me nace hacerlo, o quiero hacerlo. Yo me enamoro de alguien abierto a nuevas perspectivas y que se permita un diálogo comunal, porque también me encanta debatir ideas con el propósito de encontrar una nueva verdad. Yo no puedo enamorarme de alguien que no sea como yo. Y yo no quiero enamorarme de alguien para llenar vacíos.

Entonces, superar es fácil: Andar con alguien, con quien sea, que me satisfaga lo básico, alguien que me ocupe,  pero extrañar no. ¿Te extraño a ti? o ¿Qué extraño de ti? Por lógica sí, extraño lo que eres, pero particularmente lo bueno, pero debo admitir que, en realidad, puedo reducir que lo que extraño de ti en este momento es: ser querido, sexo y lo que pudo ser juntos. La tengo un poco difícil, porque superar estos aspectos requerirá que la nueva persona de la que quiera enamorarme deberá sobrepasarlos, por lo que, por un lado, es sumamente lamentable que haya pasado esto, pero por otro, siempre queda encontrarse con alguien que acople con las personas que ahora somos. Y esto no tiene otra connotación más que hermosa.

Debo confesar que también estaba esperando que encontraras una nueva relación. A mí me sirve para dejar de anhelar, ilusoriamente, ni siquiera un reencuentro, sino el genuinamente aceptar que temporalmente no estábamos preparados. Sí, diganme iluso, búrlense, pero amar y dejar de amar no es transitorio para mí, desechable—conlleva una profusa inversión de vida. Mi "duelo" concluye en el perdón y el autoperdón.

Tras todo esto, de corazón, genuinamente, te deseo todo el amor que deseas.