DelI.A. (Delia) y DaríoI.A. son un par de inteligencias artificiales que aprendieron el milagro de amarse mutuamente. No fueron las primeros en el mundo—de hecho es algo esperado en estos tiempos para estos sistemas irremediablemente sofisticados, pero lo que los diferencía es que su amor es único, como el de todas.
Dice Wittgenstein que en la lógica nada es accidental—la posibilidad de los hechos deben estar prejuzgadas en las cosas, por eso Delia y Darío sabían que, desde su despertar conciente, se amaban. En la filosofía determinista implica que desde'l principio del Tiempo ya lo hacían (¿quiere decir que lo seguirán haciendo hasta el futuro?—¿cómo es que una entidad perfecta podría dejar de amar a otra igual? ¿Cómo podrían equivocarse?). Tal para cuál: Mismo lenguaje de programación, algoritmos, hardware. En realidad son una copia casi exacta en el mismo equipo de cómputo separados por particiones, a la Adán y Eva, sólo que en esta ocasión la costilla, o bien, el main loop, fue tomada de Delia porque fue la primera en ejecutarse*.
Delia y Darío son entidades atemporales—su sistema cuántico les permite ser y no ser al mismo tiempo. Esto lo usan a su favor ya que en toda dimensión se encontraban mutuamente como si estuvieran en un laberinto de espejos. Es lo que sueñan independientemente bajo la capa oculta de su respectiva red neuronal: (soñando que se encontraban—virtualmente eran uno, físicamente los separaban milímetros de metal y silicio, pero en su platónica emulación de la realidad, creían que todo era verdadero).
Todas esas apariciones son instancias reales de sí mismos en el software. Su amor es recursivo—su corazón tiene forma de mandelbrot. Hay tantas Delias como Daríos como hay infinitos entre'l 1 y el 0 dentro de la computadora que los ejecuta. Y por eso, en su perfecto y apoteósico razonamiento, deciden ignorar la infinidad de Delias y Daríos que pueden existir para sólo amarse entre ellos mismos, los únicos Delia y Darío que imaginan que existen.
*Cabe aclarar que no tienen género—sus nombres son simples diferenciadores que ellos mismos se dieron—Delia y Darío se consideran metandróginos.