jueves, 30 de noviembre de 2023

 Escribo desde el silencio. Mis palabras, las de todos, tienen un efecto poderoso, repercuten como ondas invisibles a quienes estén, sin saberlo, sintonizados a mi misma frecuencia. Eso es bueno, o malo... ¡Cuántico!

Seguí reflexionando sobre mis incesantes escritos: "Sé que tienes mucho que contar", me murmura un apreciado fantasma: Eso es cierto... Pero, ¿a quién se lo cuento? ¿O para qué? La respuesta es que todo lo que escribo es para mí mismo, y lo hago porque me permite desembocar el volcán de pensamientos que emergen en mi mente (de verdad, creo que sí tiendo a imaginar bastante, lo cual, para fines creativos, es fenomenal, pero para lo demás puede ser dañino).

Me di cuenta que pocos son los escritos nacidos del amor y el bienestar, del agradecimiento, es decir, la mayoría vienen de la duda, la incertidumbre, y es por eso que constantemente estoy rumeando los mismos sentimientos e ideas—un ciclo que se vuelve aburrido, oscuro e inútil para mí y para quienes me quieren.

Leí en mi trabajo un dicho interesante, según, de Aristóteles:

Somos lo que repetidamente hacemos. Ergo, la excelencia no es un acto, sino un hábito.

¡Es tan cierto! Y algo tan obvio, algo que todos hacemos o dejamos de hacer, dependiendo del contexto. En mi caso, siento que muchos de mis últimos escritos han venido del dolor, de la pérdida, la frustración y remordimiento, y, al mismo tiempo, mi yo-público disfraza mis verdaderos pesares en constantes muestras de supuesta grandiosidad. Esto es, ¡eso es! ¡Esto es lo que me ha aquejado estos últimos meses: No hay concordancia con lo que siento en mí con lo que expreso! 

Mágicamente, coincidentemente (de verdad que vivo tantas coincidencias últimamente que comienzo a creer en un Ser divino), me compartieron unos video-podcasts sobre el "Agradecimiento" durante días de absoluta pesadumbre.  La verdad es que omití gran parte de su contenido porque promueve cierto "misticismo" y "magia" como remedio para tu vida. Lo que sí aprecio es la idea de "ser agradecido" constantemente, no como actos espontáneos, sino como un hábito.

Y funciona—lo puse en práctica y "mágicamente" (en mis términos más correctos, neurológicamente) comencé a sentirme mucho mejor, y tras haberlo intentado en el exterior, creo que es momento de aplicarlo dentro de mí, en mi interior profundo, en el núcleo de mi alma, de lo que pienso, hago y soy—aquí, en la cascada de pensamientos que me definen como "Óscar". Ya no puedo seguir hablando desde la incertidumbre, sino de la alegría, del agradecimiento, la ambición y el empeño. Eso es lo que quiero ahora. Parece ser que los 30 sí son el comienzo de la vida.

A pesar de esto, creo que debo mantener un voto de silencio para restructurarme más cómodamente durante este último mes de este año, además de que quiero comenzar a practicar la meditación budista (jhanas) de manera seria. Me cuesta trabajo porque ¡tengo tanto que contar! Pero la nula respuesta me hace mal: Debo saber satisfacer mi curiosidad a través de mí, por sobre todo, y compartir lo que genuinamente quiero de mí, a través del gusto y no la necedad, algo que, siento, hago mucho en redes sociales.

Y el escribir esto, encontrar respuesta, libera mi mente—"mágicamente" me siento bien.

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Todo este hilo de reflexión comenzó tras abrir este espacio de nuevo hace unos días, el cual, lo hice con un poco de temor sabiendo posibles repercusiones por ello. Y, pues, sí, me avisaron, y estuvo bien porque, efectivamente, hay cosas que deben mantenerse en completa privacidad por la importancia sentimental que tienen, y al mismo tiempo me hizo reflexionar justamente por qué hago lo que hago.

Debo apreciar un poco más la invisibilidad.