Me doy cuenta que me cuesta un poco de trabajo ocultar mis sentimientos y los expreso de alguna u otra manera. La mayor parte de las veces me dejo escurrir aquí mismo, como lo que hizo Matsuo Bashō en sus diarios de viaje, aunque a veces me resulta imperativo encontrar un diálogo profundo con alguien más. Es que realmente no puedo mentirme, y tampoco disimularlo—me resulta genuino y sincero, liberador: Tal vez es lo que se conoce como desahogo, porque si no grito lo que siento se acumulará en mí, lo cual me será tan sólo un bagaje innecesario de cargar.
Ayer que estaba en uno de los cafés que frecuento irrumpió un viento que hizo volar todas las servilletas de mi mesa—¡no pude atrapar ninguna! Y tan sólo las vi volar sin dirección alguna. Y es eso lo que busco: Dejar volar mis sentimientos por sí solos hasta llegar a donde el destino o el azar decidan... ¡Libres!