domingo, 3 de abril de 2022

Creo que la música nos da un propósito emotivo— nos condiciona, prepara para sentirnos de una manera específica. Es un tipo de hogar preventivo hacia emociones futuras. 

Si uno escucha ambient, es porque quiere un futuro tranquilo. Si uno escucha death metal, es porque está listo para la violencia (física). Si uno escucha Rosalía o en general cualquier pop tradicional, es porque le gusta mantener su mente hueca. Si uno escucha música "triste", es porque necesita ese consuelo. Si uno escucha salsa, es porque desea bailar feliz. Por éso uno puede determinar la personalidad de las personas a través de la música que más disfrutan.

La música (que escuchamos) es nuestro propósito emocional del futuro. La música es el génesis metafísico del futuro que deseamos sentir.

La analogía de la música como hogar me surge de la idea de que los sonidos que escuchamos pueden formar un espectro más global que, por ejemplo, nuestra vista, limitada por un ángulo de visión menor a que el sonido estéreo nos puede dar (virtualmente 360º). Me imagino que la razón por la que cierta combinación de sonidos nos pone felices, tranquiliza o enoja es por las ondas sonoras (entre más graves, más físicamente lentas) y los patrones que podemos reconocer. Por eso la música pop en 4/4 es tan pegadiza, porque tiene el patrón más sencillo de entender. En cambio música polirrítmica suele ser considerada "experimental"... ¿Y qué tal si esta música llena de cambios y variaciones sutiles es más apegada a la vida? ¿Qué tal si la música (pop) en 4/4 realmente es la experimental al determinar las posibilidades (económicas) de su explotación? 

El sosiego, la narración— la paciencia y persistencia nos llevan a pensar fuera de la costumbre, y es allí, en lo nuevo, en lo variado, en lo experimental, donde se plantan y cosechan nuevas ideas.