martes, 14 de diciembre de 2021

La hiperinflación informativa, el exceso de oferta audiovisual, además de desinformar al público, favorece su banalización y estimula la estrategia empresarial del grito sensacionalista para hacerse oír en este frondoso mercado. El exceso de información conduce a la degradación entrópica de las ideas, es decir, a la desinformación cualitativa, pues las ideas se simplifican y se convierten en #eslogans, píldoras, clichés, memes. Pero además de conducir a al desinformación de la audiencia, la sobreoferta puede desembocar en lo que Herbert Schiller denominó como "gran variedad de lo mismo".

El eros electrónico, de Román Gubern.