He tenido deseos de añejar mis pensamientos antes de escribirlos aquí. Me refiero a que últimamente he escrito todo lo que se me venía a la mente en el momento y me pareciera interesante a estudiar. Por éso hay muchas entradas que carecen de título ya que realmente no lo necesitan: son nubes conceptuales tomadas del cielo de las ideas nada más: amorfas, pero perceptibles.
Para reforjar mi conciencia en un molde más objetivo y sólido estaré entrenando poco a poco escribiendo entradas más trabajadas y estructuradas. A veces mi mente se desperdiga en múltiples conceptos que sin duda me interesan, pero en ocasiones no logro atrapar, bajar y construir lógicamente, ya que de éso se trata la inteligencia.
No es que esté tonto, sino que mi mente ha estado en un modo curioso de nivel infantil, es decir, el más alto de todos, pero evadiendo el trabajo que requiere el conectar estas ideas en algo tangible y, por sobre todo, compartible. No compartir ideas es como tener un feto en la mente, uno muerto. No sirven de nada allí. Por éso he de revolucionar mi (forma de) ser, nuevamente. El estudio requiere diligencia, persistencia, paciencia. Estas cualidades se me dan perfecto sólo cuando algo realmente me interesa. Pero, al descubrir la filosofía, resulta que todo es interesante. El mero hecho de pensar que "algo es interesante" ya me es interesante: ¿por qué me interesa? Ad infinitum. No hay absolutamente nada que no capte mi asombro ahora, y por éso debo sistematizar mis esfuerzos en conclusiones coherentes y, como mencioné, compartibles. Además, tomando encuentra la noción marxista de que la "materia crea la conciencia", creo que, para cambiar, uno debe partir desde cómo hace las cosas. Por lo que me entrenaré para muchas otras actividades más allá de la investigación.
·
·
·
Uno mismo es un perpetuo devenir. He flotado alto, así como me he arrastrado en abisales fondos. He conocido y desconocido a innumerables Otros. Pero entre todas estas intermitencias una cosa se ha mantenido estable: el telar de mi conciencia, que a cada vivencia se hilacha un nuevo y hermoso patrón con la que puedo vestir mi Ser. Y ser. Somos nuestra magna obra.