Qué difícil es contener todo lo que uno trae consigo. Estos días contuve unas inmensas ganas de escribir—de desahogarme—de abrirme ante mí y la totalidad de las cosas. Y de gritar lo que siento. Regreso a mi espacio seguro:
Esta semana ha pasado mucho, y sentido mucho también. Por un lado mi mudanza, que ¡me emociona de sobremanera!, pero necesita de mí un esfuerzo y administración mayor al que estoy acostumbrado. Me he permitido organizarme a mi manera, usando las herramientas que conozco (como Notion) para tenerlo todo prolijamente administrado. Esto refuerza mi disciplina.
En mi trabajo he optado por adentrarme más profesionalmente, reforzando mis conocimientos y buscando metodologías nuevas que potencialmente ayuden a agilizar mi labor, así como asegurar mi puesto durante más tiempo. Se mantienen firmes mis ganas por explorar el mundo y, tal vez, quedarme en algún pedazo de él más allá de México. También el posiblemente dedicarme a otra cosa—me ha llamado muchísimo la filosofía.
Emocionalmente me he sentido un poco adireccional, como flotando en un limbo (también conocido como ¿"crisis de los 30"?.. No, no es crisis, sólo reacomodamiento). Me he puesto a pensar profundamente en mi futuro y como evitar un estancamiento, el cual está lejos de suceder, pero considero importante acelerar mis actos para evitar llegar a ese estado. Recuerdo que por mediados de mis 25 estaba completamente seguro de qué quería hacer, pero a lo largo de los años me he sentido desilusionado por el mundo y sus posibles oportunidades. Esto se lo debo a conocer cómo es que realmente funciona la sociedad. Me ha ayudado mucho la última filosofía de vida que he desarrollado. De hecho, me ha hecho bastante feliz y despreocupado, pero permitiéndome concentrarme en lo que importa, ya sea para sobrevivir o para vivir (cosas muy diferentes).
Aún tengo más cosas por decir, de varios temas, pero prefiero guardármelas para su reflexión interna y destilarlas para, posteriormente, escribirlas aquí en mejor forma.