jueves, 10 de diciembre de 2015

Fin = Nuevo comienzo

Nunca me había sentido tan solo como aquellos días de noviembre del 2014, durante la 6° edición de CutOut Fest. Ya tenía antecedentes con la soledad antes de participar, pero el cénit, el punto en el que exploté, fue la noche de clausura.

Heme allí, en el Teatro Alameda, rodeado de cientos de personas, algunas en forma de familia, otros de pandilla; parejas, conocidos, hermanos, amigos... Y yo, como un faro en busca de algún barco extraviado, esperé encontrar a alguien o algo que me saque de aquel desamparo. Pero no. Pasé la noche  solo, realmente solo. No digo que "nadie se acercaba a mí o yo a ellos"; claro que intentaba platicar o unirme a un grupito, o al menos estar cerca de ellos. Más bien no encontraba "conexión" alguna con nadie. Esa conexión que transforma a un ser humano, objeto, animal, cosa, en algo único para ti.  Cual WiFi,  aunque había señal en mi interior; no había nadie con quien, realmente, conectarme. Y, a pesar que había invitado a algunas personas para que me acompañaran, éstas, por cualquier excusa, no asistieron, y eso que había apartado dos pulseras (para ver el docu de Björk), uno para mí y otro para quien quisiera estar conmigo.

En fin. Esa noche me abatió por completo. Rompió dentro de mi todo paradigma con el que intentaba justificar mi forma de ser. Lloré. Sabía que estaba haciendo algo terriblemente mal, ya que esa sensación no debía estar sintiéndola. ¿Porque no debería? ¡Porque no estoy solo! Tengo familia, amigos, compañeros, conocidos, etc. No me llevo mal con nadie; intento ser buena onda con todos. Entonces, ¿qué me sucedía?

Aquellos días me puse a pensar bastante. Pero, hasta la fecha, aún no encuentro la respuesta.

¿Y si no existe una respuesta?

2015, en el linde de 2016. Este año lo considero increíble, muy in-creíble, al menos para mí. Hice tantas cosas que otrora me eran inimaginables, reitero, personalmente hablando. Me metí (o metieron) a docenas de casas ajenas; me invitaron a tomar, a hacer música, a dibujar, a escribir, a programar, a crear. A proyectos con personas de experiencia. Viajé a, al menos, un lugar que no conocía. Intenté amar, intenté abrirme un poco más a las personas. Conocí mucha gente, conocí sus mentes, algunas me dejaron explorar a profundidad. Algunos me rechazaron, a otros los defraudé. Hubo gente que realmente quería conocerme, y yo a ellos.

 Y todo ello me parece completamente fuera de lo ordinario porque el Óscar pre-2014 a todo, a todo, hubiera rehuido. Hubiera dicho que no. Se hubiera ocultado en la introversión, en su inseguridad.

Así que he de agradecerle a todas aquellas personas que confiaron en mí, por la razón que sea. Sé que defraudé a algunos, y sinceramente lo lamento. Aún así las oportunidades nunca se acaban, y si llegara a suceder, basta con crearlas.

A veces siento que cuando le platico a la gente acerca de mis hazañas, éstas tienden a aburrirse, como si fuera algo de lo más normal en la vida. Y tienen razón, pienso lo mismo. No me pasó nada que digan trascendente. Nada al menos superficial. Todo los cambios fueron internos. Cambios que necesitaba y con los que me siento mucho mejor que antes.

Por eso digo que el 2016 será mucho mejor.

Simplemente me dejé llevar, y llevar, y llevar. Como el agua. Como el viento.

<<¿Qué me sucedía?>> Aún no tengo respuesta para ello. Y, siendo sincero, ya ni siquiera pienso en una.