sábado, 8 de junio de 2019

Space Soviet Dogs (Colección de imágenes)

Siempre he tenido una fascinación intensa con el concepto de "perros en el espacio" Digo, no es un concepto per se; fue un hecho: decenas de animales murieron en los experimentos soviéticos durante el auge de la carrera especial allí por los años 60s. Pero dado el pensamiento utópico socialista de la U.R.S.S, estos animales, la mayoría perros, no fueron "simples organismos de prueba", sino seres que fueron reverenciados, como mártires o héroes, que hicieron su aporte para engrandecer la ideología soviética.

Hablando de "perros en el espacio", es como contrastar por completo con lo que la naturaleza tenía planeado para ti. ¿Un perro en el espacio? Yo no nací para ésto, pero estoy donde nadie más ha llegado.

Esta es una pequeña colección de imágenes tomadas de Space Soviet Dogs de Damon Murray, con un poco de contexto. 


Es decir, tanto Laika, quien falleció de sobrecalentamiento por negligencia (apresuraron el lanzamiento del Sputnik 2 para conmemorar la revolución bolchevique), como Belka y Strelka (primeros seres vivos en orbitar y regresar a salvo a la Tierra), fueron alabados de la misma manera a la que se alabó a Yuri Gagarin; pavimentaron el camino a la exploración de lo desconocido.



Esa imagen de Laika en gravedad cero, flotando en calma por algunos momentos previos a su trágica muerte. ¿Qué estaría pensando?: ¿Dónde está la entrenadora (aka "humana")? ¿Dónde está la comida? ¿Por qué hace tanto calor aquí? ¿Volveré a casa? Siendo humanos, claro que también me encanta antropomorfizar a los animales, asumiendo qué "pensaba algo". Quién sabe. Pero lo qué sí es un hecho es que sentía algo, algo común en perros callejeros; esos sentimientos de miedo, abandono, esperanza y decepción.

Fue un secreto interno, pero la misión de Laika era lineal: no volvería. Desde un principio se planeó sacrificar al animal ya que no hubo tiempo de preparar un sistema de vuelta. Fue este orgullo lo que provocó un acontecimiento histórico. Todo el mundo absorto al recibir noticias de que se puede estar vivo en el espacio.




La U.R.S.S. mintió sobre Laika. No vivió días, sino horas, fatales. No podían quedar mal parados ante E.E.U.U. Fue hasta 2002 que se revelaron sus últimas horas. Aún así la emoción no decaía. El ánimo socialista rugía, por lo que debían sorprender con algo mejor: regresar a casa desde el espacio. Los héroes involuntarios de dicho acontecimiento fueron Belka y Strelka.

Para lograr su hazaña, varios animales triunfaron y murieron. Algunos flotando sub-orbitalmente, otros en incidentes de autodestrucción para que las naves soviética no cayeran en manos ajenas (aunque otros fueron salvados antes que terminara el temporizador, como le pasó a Damka y Krasavka). Una consecuencia directa del fallecimiento de Laika fue reforzar el sistema de seguridad en futuras misiones, lo cual permitió un aterrizaje exitoso.

Para mantener la grandeza soviética, los perros no sólo fueron usados por su resiliencia, sino por que estética ya que se planeaba usar su imagen para propaganda, tanto fuera como dentro de la U.R.S.S.


Creo que sí fue en extremo difícil lidiar con la muerte de estos animales, siendo el perro uno de los símbolos más poderosos de fidelidad y confianza en todo el mundo.

Todos estos perros probablemente nunca entendieron qué pasaba; sólo pasaba. Laika, entre otros, murieron por Belka y Strelka; ellas le ceden el lugar de honor a Laika. ¿Y para qué? ¿Éticamente fue correcto? Perros enjaulados que tan sólo sentían hambre y soledad, como nosotros mismos, ahora son héroes interestelares que explotan la imaginación de cualquiera que pueda comprender la magnitud tanto personal como universal de sus hazañas.



Y Laika, hecha del polvo de estrellas que todos somos, volvió a tierra como un cometa. Desintegrada, como inmensas luces que anunciaban el porvenir del futuro. 







¿Volverás a casa?

domingo, 10 de febrero de 2019

De nada y nadie (No es soledad)

Siempre escuchas el mismo canto particular de ése pájaro, que hasta la fecha no sabes qué tipo de pájaro hace ese ruido. Son los mismos sonidos.

Cuando estás en la nada. Cuando no tienes nada. Cuando no hay nadie.

O los ladridos de un perro lejano; a veces feroces, otras, desconcertantes.

La banda de guerra marchando al ritmo de la trompeta. ¿De alguna primaria? ¿Aficionados?

Y escuchas ese rumor urbano. Algún coche pasando de lejos, a cerca y lejos nuevamente. ¿A dónde irá? ¿De dónde viene?

Y no hay nada más, ni nadie más que tú, en ese momento.

La vida deja de tener sentido cuando estás en este punto. De nada y nadie.

Y rememoras las veces en las que sí tenías algo, o alguien. Qué lejanos parecen esos momentos. Como si tan sólo los hubieras recordado, pero no sentir que los habías vivido.

Cuando estás flotando en nada, y con nadie.

No esperas nada ni a nadie.

Sólo estás tú.

El silencio. El ruido. Juntos.

No hay nada ni nadie.

Más que tú.

A lo mejor tocas tu cuello, tu arteria, tu corazón para sentir tus palpitaciones. Porque es dónde más te das cuenta lo vivo que estás.

Porque te das cuenta que lo único que tienes ahora

eres tú mismo.

En esos tiempos de

nada

y

nadie.