¿Cuál sería el contexto (o cómo visualizas el escenario) de absoluta felicidad para ti?
Si lo imaginas es porque existe (sí, en algún punto del espacio-tiempo ya es Real), porque cabe dentro de las configuraciones físicas de la Realidad. Esta es una pregunta que he realizado a varias personas allegadas a mí. A veces suele ser difícil confesar este santuario personal de plenas posibilidades ya que revela quienes somos realmente—un espacio donde podemos desfragmentar nuestra alma hacia múltiples direcciones sin temor. También es difícil porque, indirectamente, nos recuerda que aún no estamos allí.
En mi caso, no logro fijar un contexto o escenario específico. No miento, tras entender un poco mejor la metafísica de nuestra Realidad, me cuesta trabajo adherirme a las reglas ideológicas que se nos imponen. Es decir, no puedo simplemente decir que quiero estar en otro país o dedicarme a la crianza de delfines y pulpos porque, por más que me guste, es probable que llegue un punto en el que me aburra, además de que es algo muy categórico, muy sólido, cuando creo que la Realidad es más amorfa. Creo que fijarse una meta a largo plazo así, a pesar de que no es mala idea, tiende a machacarnos más su irresolución. Por eso intento ser un poco más abierto con mi Alma y tratar de entender lo que realmente quiere ahora, que es:
E s p a c i o .
〇º°•.
El domingo salí en ácido al centro. Fue la primera vez que me tomé un cuadro completo y sin acompañamiento. Todo lo que dicen del LSD es cierto: realmente potencia tu percepción. Tras haber usado mi visor de RV, decidí aprovechar que una realidad un tanto más real existe (que sigue siendo virtual de cualquier forma). Acudí a algunas galerías de arte. Los textos que pegan en la pared me parecían flotantes, como si un vidrio colgante los contuviera. Vi algunos cuadros representando el mar y realmente veía como ondulaban. Particularmente me llamó la atención un cuadro de un colibrí en la cima de un pino—el tronco parecía respirar. Lo que me he dado cuenta de los psicoactivos, al menos en mi propio sistema, es que me permiten concentrarme a niveles muy superiores a lo normal. Como en el orgasmo, es un éxtasis que todo Yo converja en una sola entidad de la Realidad para disfrutarla como si nada más existiese en ese momento.
En mi andar encontré los puestos de libros usados. Entre estas montañas atisbé uno japonés con una portada que me pareció muy bonita. Al hojearla, comencé a sentir cierta aura de tranquilidad, de espacio entre las frases e ilustraciones completamente en japonés. Particularmente estas hojas que escaneé (en vivo se ven mucho mejor):
No entiendo literalmente lo que dice, pero emocionalmente sí. Los pensé como si fueran lágrimas, lágrimas de felicidad. Deberíamos llorar de felicidad. Siento que este tipo de espacio es lo que me hace falta, espacio donde mi conciencia pueda florecer sin enfermarse por preocupaciones y estrés.
Decidí comprar el libro por la conexión que sentí con él. Lo vi como una pieza de algún mapa que estoy armando con los pasos a seguir para encontrar el contexto/escenario de plena libertad que deseo. Al mismo tiempo, me recuerda que, por la realidad que vivo, me será un poco más difícil llegar a ese lugar. Entristecerse está bien por un tiempo, pero la felicidad que espera eclipsará cualquier momento agrio del pasado.
〇º°•.
La realidad que me está tocando vivir cada vez la siento más espesa, pero moldeable. Creo que la locura llega cuando la comienzas a sentir gaseosa. Quiero que mi vida se sienta como una brizna, un rocío en el alba o en el crepúsculo de la existencia—un lugar liminal, metaxis. Sé que existe porque lo puedo imaginar.